Jesús llega a la región de Gerasa, un lugar donde nadie se atreve a ir. De repente, un hombre aparece de entre las tumbas. Este hombre está poseído por una legión de demonios. La gente le teme; lo han encadenado, pero siempre rompe las cadenas. Vive gritando, atormentado y alejado de todos. Cuando ve a Jesús, corre hacia Él y cae de rodillas, y los demonios dentro de él comienzan a gritar: “¿Por qué has venido, Hijo de Dios? ¿Has venido a destruirnos?”. Jesús, con una calma total, le ordena a los demonios que salgan de él. En un instante, el hombre es liberado. Aquella fuerza oscura que lo atormentaba se desvanece. La gente, al verlo ahora en paz y completamente transformado, no puede creerlo. La noticia se extiende por toda la región: Jesús, con solo una palabra, ha dado libertad y esperanza a alguien que todos consideraban perdido. Este es el poder de Jesús: transformar hasta el alma más atormentada.